La grandeza cultural de Japón ciertamente inició en la ciudad de Nara a partir del año 600 en el periodo Yamato. Cuando el imperio
del “Sol naciente” envió al reino de China (dinastía Sui y posteriormente la dinastía
Tang), una diplomacia para establecer relaciones entre ambas naciones, con el
interés del imperio japonés de transformar su civilización a la altura de China.
En el 608 la embajada de Japón llegó a la isla con
aproximadamente 500 personas de China, especialistas en medicina, astrología,
pintura, arquitectura, alfarería, monjes budistas, secretarios e intérpretes, y con ellos manuscritos sagrados del budismo con características del pensamiento de Confucio
y las ideas del Tao. De Corea, Japón ya había adquirido los rudimentos del
budismo así como su influencia en arquitectura y arte, hacía el año 538.
Las influencias chinas en Japón fueron, por
ejemplo, la redacción del primer código nipón organizado por diecisiete
artículos tomando como modelo el chino, a solicitud del príncipe Shotoku; la
edificación de Nara en palacios, oficinas administrativas, mansiones,
mercados, monasterios e imponentes pagodas; además del monasterio Horyuji, el
monumento de madera más antiguo del mundo, donde se oraba y se enseñaba las
leyes de Buda.
El Todaiji era una de las más bellas
representaciones del sincretismo chino-japonés en Nara, una enorme arquitectura
que albergaba un Buda de bronce. El Todaiji recibía donaciones acompañada por
una constante decoración. El edificio se concluyó en el año 763.
El Shosoin fue mandado a construir en el interior
del Todaiji por la viuda Komyo, en recuerdo a su esposo, el emperador Shomu. El
edificio consistía en un kura, un tipo de granero de poca altura elevado sobre altos pilotes en el que mostraba todos los tesoros acumulados por el emperador
durante su vida. Desde entonces el kura
y sus objetos se han mantenido en exhibición.
Los más de tres mil objetos describen la vida
cultural y material de la corte del siglo VIII. El emperador recibía regalos de
numerosos viajeros que volvían de China o Corea que eran de gran valor en la
época, como plantas medicinales, manuscritos religiosos y utensilios. Además de
obsequios de funcionarios de Nara y de las provincias japonesas.
Y objetos no hallados en otras partes, como
el tazón de cristal de Persia que simboliza la ruta del comercio de la Seda, tejidos
textiles de Asia central, un bajorrelieve de mármol bizantino, el retrato de
una mujer con atuendos persas, y demás objetos que expresan las relaciones políticas
entre el continente y la isla.
El Shosoin albergaba también implementos budistas
utilizados para ceremonias importantes en el templo, como la Ceremonia de
Consagración del Gran Buda.
Asimismo el Shosoin mantiene las creaciones artísticas
típicas japonesas como pinturas, manuscritos, tapices, instrumentos musicales y
utensilios que representan el grado de madurez alcanzado por los artistas y
artesanos del imperio japonés de la época.
Todos estos materiales culturales constituyen lo
que actualmente se conoce como los Tesoros de Shosoin.
La época de Nara fue un periodo de transición
cultural pues al finalizar en el año 794, el emperador Kanmu estableció la
capital japonesa en Heiankio (Kioto), de la que en posesión de su propia
cultura se separó del modelo chino a fin de crear uno propio. Así, Japón
iniciaba una nueva etapa dentro de su florecimiento cultural que llegaría ser
la última etapa clásica, el periodo Heian.
Fuente:
Frederic, L. Misterio
de las civilizaciones olvidadas, Reader’s Digest. México.
https://shosoin.kunaicho.go.jp/about/history