En los mitos, los
animales toman dimensiones cósmicas; aves que simbolizan el mundo superior de
los espíritus o serpientes gigantes que simbolizan el cosmos o la energía
caótica del mundo de los muertos.
En Norteamérica, el
enorme Pájaro Mítico, que produce el trueno y el rayo, libra una constante
batalla con las serpientes o dragones que habitan en las aguas.
Una idea similar se
halla en Sudáfrica, donde el Pájaro del Relámpago rige el firmamento y la
serpiente cósmica gobierna el infierno acuoso. La tortuga que carga el cielo o
la tierra sobre su caparazón, es un símbolo que con frecuencia se encuentra en
Norteamérica.
En diversos mitos los
animales se consideran precursores o creadores de la humanidad. Un mito egipcio
describe como empezó a existir la humanidad por el graznido de una garza que
era la manifestación del dios del sol.
Los pueblos bosquimanos
del sudoeste de África, el primer ser viviente sobre la tierra fue la mantis
religiosa, que engendró a las primeras razas, incluyendo a los humanos.
Los mitos también
afirman que existe un parentesco entre los humanos y los animales. En
Centroamérica se dice que cada persona posee una coexistencia física y
espiritual con un animal que es su doble, como en algunas partes del occidente
de África.
Mitos amerindios
refieren a tiempos antiguos cuando la gente y las bestias eran indistinguibles
y podían asumir una u otra forma.
Los indígenas
americanos y los esquimales creen que ningún animal se asemeja tanto a los
humanos como el oso, que con frecuencia es un humano cubierto por el abrigo de
piel de oso.
En Europa, el oso era
un símbolo de la oscuridad. El oso se oculta en las cuevas para dormir en el invierno.
En la mitología griega, Artemis, diosa de la luna y la caza, es acompañada por un
oso. En Alaska, el oso se asimila a la luna por sus acciones cíclicas, desaparece
con el invierno y reaparece en primavera. Los iroqueses identificaban al oso
con la noche y la oscuridad y a la ardilla la defensora o representante de la luz,
que ambos se repartieron el día y la noche por tiempos iguales.
La metamorfosis se
presenta en la mayoría de las culturas. La figura del hombre lobo presente en
la mitología de muchos pueblos de Europa tiene paralelos
con las tradiciones africanas, en las que algunos hombres y mujeres tienen el
poder de transformarse en animales rapases como leones y hienas. En Centro y
Sudamérica las leyendas hablan que los chamanes tienen el poder de
transformarse en jaguares.
En la mitología el
consorte animal igual es común. Un mito en el sur de África menciona a dios
pitón que contrae nupcias con una mujer y que a veces la lleva a su morada en
el mundo acuoso de los muertos. En Escocia es común los relatos de focas que
adoptan la forma femenina para casarse con los hombres.
El león, como rey de
las bestias, es símbolo de autoridad. En los mitos, este animal se relaciona
con la divinidad como imagen de poder supremo y no necesariamente benigno, por
ejemplo, la diosa egipcia de cabeza de león, Sekhmet, era una deidad aterradora
que una vez envió al dios sol para destruir a una raza de rebeldes humanos. Se
creía que los diferentes tipos de enfermedades infecciosas eran sus mensajeros,
por esa razón sus sacerdotes eran médicos.
El dios Visnú encarnó
como Narasimha, una criatura humana y mitad león para destruir al demonio Hiranyakashipu
que no podían matar ni hombres ni dioses. El león es la montura de la diosa
Parvati, la esposa de Shiva, y representa un aspecto atemorizador.
El león también brilla
como símbolo de invencibilidad, como el mito de Heracles y el león de Medea.
Pero igualmente no
siempre logra lo que desea, por ejemplo, en los mitos de África, donde el león
se venera por su condición real, a menudo criaturas más pequeñas y más
ingeniosas, como la liebre, se burlan del león.
En muchas mitologías la
liebre es un ser bromista, que representa a héroes o a la fertilidad. Como
animal juguetón, en los mitos se presentan como astutos bromistas que se burlan
de las criaturas grandes pero no veloces.
Las estrategias del
bromista embaucador consisten en estafar, como el cuento japonés del conejo
blanco que embaucó a una familia de cocodrilos para que le hicieran un puente y
pudiera pasar de una isla a tierra firme. Cuando se acercó al último cocodrilo
que estaba formado, con júbilo se jactó de su astuta broma, por lo que el
furioso animal lo atrapó y lo desolló vivo.
A la liebre se les
relaciona con la fertilidad, la lujuria y la vitalidad y con la luna, símbolo
de fecundidad femenina.
La diosa de la
fertilidad germánica conocida como Eostra (Easter-Pascua) tenía en la luna una
liebre que ponía huevos, símbolos de renovación de vida, en el festival de
primavera.
Los aspectos sexuales y
bromistas del conejo se conjuntan en las deidades mexicas conocidas como los Centzon
Totochtin o Cuatrocientos Conejos que son los cuatrocientos dioses menores del
pulque y de la embriaguez.
La serpiente es el
animal más común en la mitología. Los dioses creadores son siempre, en su manifestación
primera, serpientes cósmicas o tienen a la serpiente como atributo.
A las serpientes se les
considera símbolos de fertilidad y fecundidad. Se decía que las serpientes o
los dragones fueron quienes tiraban de la carroza de la diosa griega de la
fertilidad, Deméter.
La diosa mexica de la
tierra y la muerte Coatlicue tiene dos cabezas de serpiente, que representaba
la vida, la muerte y el renacimiento.
En la tradición
irlandesa, el primero de febrero, fiesta de la diosa Brígida, las serpientes
salen de sus madrigueras para anunciar la llegada de la primavera.
La forma de la serpiente
se relaciona con el miembro sexual masculino y con el poder fecundador del
hombre. La frecuente combinación fálicas y diosas de la tierra representa un
acto simbólico de relación íntima que garantiza la renovación de la tierra y la
continuidad de la naturaleza y la vida.
La serpiente en sí
demuestra esta renovación de forma adecuada al deshacerse de su vieja piel, es
el principio generador de todo lo que existe, vinculada con los orígenes de la vida,
y encarna el ciclo continuo del nacimiento, muerte y renacimiento. Es la idea
de la renovación de la vida en primavera y sus rituales. Porque el ciclo de la
naturaleza no se detiene.
En la mitología también
es un ser ambivalente, aunque se le relaciona con la naturaleza con frecuencia
es venenosa. Habita debajo de la tierra o en las profundidades de los océanos y
por tradición se le adjudica la fuente de fuerzas malignas.
En la mitología hindú,
las serpientes o cobras, nagas, aparencen como adversarias de la humanidad. En
Egipto, la serpiente que habita el desierto era símbolo de esterilidad y
sequía, se le asociaba con el dios del desorden, Set.
El mejor ejemplo que se
conoce es la representación bíblica del Edén, en la que la serpiente es un
emisario del mal.
En diversas culturas,
la serpiente cósmica rodea al mundo para separar las fuerzas del caos o
representando esas fuerzas, como la Serpiente del Mundo de la mitología
escandinava que vive en el mar alrededor de Midgard, la tierra.
El sol, como un corredor
celeste, se le concibió como un caballo. Entre los eslavos, el caballo es un
símbolo solar, atribuido a la divinidad superior. En la mitología griega, los
caballos de Hades tiran de su carro hacia el abismo del mundo subterráneo. La
simbología del sol surgiendo de los abismos de la tierra y regresando a ella al
anochecer es una representación común en las mitologías. En los Vedas el
caballo simboliza al sol naciente.
En Dinamarca, en la
Edad Media, los paganos realizaban la fiesta del Caballo; se escurría la sangre
de un caballo hacía el sur y el este, lo que representaba al caballo como una
reencarnación del espíritu del año solar.
En varias culturas de Asia
y América al ciervo lo representan como la renovación de la luz solar, a causa
del brote anual de sus cuernos. En la antigua Galia se organizaban rituales de
cacería del ciervo cuando finalizaba el invierno y la naturaleza renacía.
En culturas de América
el ciervo simboliza los comienzos de la vida. Los indígenas de Florida en su
celebración del sol, durante la primavera, erigían un poste en cuyo extremo
izaban la piel de un ciervo y danzaban a su alrededor y se recitaban plegarias
para obtener una estación de abundancia.
El toro, representado
en diversas mitologías, simboliza las fases de la luna con sus cuernos; las
diosas lunares de Oriente se expresan mediante la imagen del toro; el dios lunar
de Ur era mencionado como un novillo poderoso del cielo; Osiris, era la diosa
de luna de Egipto, presentada como un toro.
Fuentes:
Lacalle, R., Los
símbolos de la prehistoria, Almuzara, 2011.
Willis, R., Diccionario
Universal de Mitología, Ed. Tomo, 2003.