Gerberto de Aurillac (945-1003) pasó la juventud en el
monasterio barcelonés de Ripoll, donde estudió los números árabes, realizaba
cálculos mentales casi imposibles para los que pensaban en número romanos. Como
obispo de Reims, hizo construir un órgano hidráulico en el que se bombeaba el
aire a mano. Reintrodujo el ábaco y escribió obras matemáticas como Libellus
de numerorum divisione y De geometría.
Conoció a Juan XIII en el transcurso de un peregrinaje a
Roma. El papa le presentó a Otón el Grande, rey de Francia oriental y fundador
del Sacro Imperio Romano, que le nombró tutor de su hijo y después abad de
Bobbio. De vuelta a Reims, Gerberto apoyó a Hugo Capeto contra los últimos
carolingios. Esta toma de posesión, junto con sus ataques a la corrupción y mal
gobierno de la Iglesia, le hizo impopular ante el clero francés y ante el mismo
papa.
Tales hostilidades sirvieron para aumentar la estrecha
relación de Gerberto con la familia imperial. En 999 Al ser nombrado papa
escogió el nombre de Silvestre II.
La sabiduría de Silvestre II dio origen a leyendas, en
muchas de las cuales mantenía contacto con el diablo.
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